Y un día Marcelo Bielsa se conformó con una derrota. Quemó sus papeles y se aferró al 1-2. Su Chile, esa máquina de presionar y atacar hasta al más pintado, reculó en los minutos finales, cuando las radios decían que Suiza no le podía hacer un gol a Honduras, y a la Roja le alcanzaba perder por la mínima para meterse en octavos. Tenía un jugador menos, es verdad (correcta segunda amarilla a Estrada, apuró el paso para derribar a Torres y su cara de yo-sigo-como-si-nada lo delató). Pero España tampoco tenía muchas intenciones de ir por más goles, por miedo a una contra letal. Entonces hubo pacto tácito de no agresión. Y todos contentos. Incluido el Loco. Que cumplió con su promesa de salir a atacar a los de Del Bosque, pero dos errores bastaron para irse 0-2 al entretiempo. Riesgos que el sabía que asumía. Por eso luego del descuento, demostró que no come vidrio. O si lo come, lo mastica bien despacito.
sábado, 26 de junio de 2010
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