Arriba generó situaciones y mostró variantes como para no sufrir. Atrás acumuló errores tácticos como para terminar cortando clavos. Pero el balance es positivo en el debut victorioso de la Selección Argentina en el Mundial.
En el uno por uno, Messi fue -por fin- la gran figura. Jugó metido como nunca, en sintonía con sus compañeros, como para acabar con la teoría de la doble personalidad. En cambio, Higuaín definió como para que Diego se replantee si deja a Milito en el banco. Los goleadores viven del gol. Y en un Mundial no hay margen de error. Que a nadie se le caigan los anillos si el DT le da pista al multicampeón del Inter.
Tevez jugó como siempre: con el corazón en la mano. Mascherano también. ¿Di María jugó? Muy ausente el futuro volante del Real Madrid. Verón tuvo pinceladas de su talento (ojo, salió con una contractura). Samuel alternó buenas y malas, igual que Demichelis. Jonás sufrió su doble rol de lateral-volante, por su banda llegaron las más claras de Nigeria. Maradona tardó en meter mano en ese sector. Burdisso o Clemente ganan terreno pensando en Corea. Sergio Romero respondió bien de arriba pero titubeó de abajo: en el único remate rival al arco le puso puños a una pelota que podía embolsar. Está mal predispuesto con la cuestionada Jabulani. Ya lo dejó en claro con sus temerosas declaraciones previas al partido.
Para el final, el impensado goleador: Gabriel Heinze. Defendió para 5 y metió un gol de 10. Y de Diez: gran jugada de córner made in Pretoria, con el Gringo jugando al distraido en la medialuna y yendo a buscar la pelota libre de marca. Punto para Maradona. Y tres puntos de oro para la Argentina, que empezó por buen camino.
domingo, 13 de junio de 2010
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