No quedan dudas: Tevez es un adelantado. Lo demostró dos veces en la noche de Johannesburgo. Primero cuando marcó en evidente offside el gol que abrió un partido que pintaba bien difícil para la Selección Argentina. Y luego, cuando ni bien un rebote le dejó la pelota a pedir de su derecha, posó su mira en el ángulo superior izquierdo del Conejo Pérez y sacó el misil que definió el duelo de octavos ante México, y que provocó el título de tapa: "Fuerte Apache", como propuso mi amigo Federico Stirparo segundos después del tercer abrazo en masa frente al televisor.
Más allá del grosero error del juez asistente italiano Paolo Calgagno -tan grosero como la falla de la organización al mostrar la repetición en la pantalla del estadio- y la rubrica final del jugador del pueblo, la Argentina jugó el peor de sus cuatro partidos mundialistas. El monopolio del balón, una marca registrada de la Selección en la primera ronda (salvo el pasaje final del partido con Nigeria), estuvo ausente sin aviso.
El ida y vuelta de Maxi Rodríguez no suplió el control de juego de Verón, un solitario Mascherano (que jugó con el temor a la amarilla en la cabeza) no dio abasto con los huecos del medio y Di María falló nuevamente como socio de Messi, que esta vez se empecinó en hacer su gol más que en darle juego al equipo, y estuvo desaparecido en gran parte del segundo tiempo. Entonces México se encontró con pelota y espacio para crear, algo que no estaba en los planes del técnico Javier Aguirre. Y se notó, porque nunca le perdió el respeto a los de Celeste y Blanco. Ni siquiera después del 1-3 (gran movimiento de Chicharito Hernández, floja respuesta de Demichelis) que posó una nube de dudas sobre el Soccer City.
En el haber aparece la convincente actuación de Nicolás Otamendi como lateral derecho, número puesto para encargarse de Lukas Podolski el próximo sábado. Y que el "equipo de gala", como lo presentó Maradona, hizo ídem de su contundencia, y aprovechó al máximo los errores de la defensa mexicana: rápida resolución de Messi en el 1-0, tras la salida en falso del arquero, y genial definición de Gonzalo Higuaín para el 2-0. Lo de Tevez en el 3-0 ya quedó dicho: un gol de Premier League.
En el horizonte de la Selección aparece Alemania, un equipo que ilusionó en el debut con goleada (4-0) a Australia, pasó zozobra tras el 0-1 ante Serbia, se clasificó a octavos sin sobrarle nada en el 1-0 a Ghana, y ayer recuperó la contundencia con una goleada a Inglaterra (4-1), histórico escándalo arbitral mediante. Maradona y los suyos tendrán seis días para repensar el equipo de gala que irá por una clasificación a semifinales que se hace rogar hace 20 años. Ojalá no sean nada, como dice Gardel. Por lo pronto en el equipo tenemos a un Carlitos que empezó a cantar seguido.
Más allá del grosero error del juez asistente italiano Paolo Calgagno -tan grosero como la falla de la organización al mostrar la repetición en la pantalla del estadio- y la rubrica final del jugador del pueblo, la Argentina jugó el peor de sus cuatro partidos mundialistas. El monopolio del balón, una marca registrada de la Selección en la primera ronda (salvo el pasaje final del partido con Nigeria), estuvo ausente sin aviso.
El ida y vuelta de Maxi Rodríguez no suplió el control de juego de Verón, un solitario Mascherano (que jugó con el temor a la amarilla en la cabeza) no dio abasto con los huecos del medio y Di María falló nuevamente como socio de Messi, que esta vez se empecinó en hacer su gol más que en darle juego al equipo, y estuvo desaparecido en gran parte del segundo tiempo. Entonces México se encontró con pelota y espacio para crear, algo que no estaba en los planes del técnico Javier Aguirre. Y se notó, porque nunca le perdió el respeto a los de Celeste y Blanco. Ni siquiera después del 1-3 (gran movimiento de Chicharito Hernández, floja respuesta de Demichelis) que posó una nube de dudas sobre el Soccer City.
En el haber aparece la convincente actuación de Nicolás Otamendi como lateral derecho, número puesto para encargarse de Lukas Podolski el próximo sábado. Y que el "equipo de gala", como lo presentó Maradona, hizo ídem de su contundencia, y aprovechó al máximo los errores de la defensa mexicana: rápida resolución de Messi en el 1-0, tras la salida en falso del arquero, y genial definición de Gonzalo Higuaín para el 2-0. Lo de Tevez en el 3-0 ya quedó dicho: un gol de Premier League.
En el horizonte de la Selección aparece Alemania, un equipo que ilusionó en el debut con goleada (4-0) a Australia, pasó zozobra tras el 0-1 ante Serbia, se clasificó a octavos sin sobrarle nada en el 1-0 a Ghana, y ayer recuperó la contundencia con una goleada a Inglaterra (4-1), histórico escándalo arbitral mediante. Maradona y los suyos tendrán seis días para repensar el equipo de gala que irá por una clasificación a semifinales que se hace rogar hace 20 años. Ojalá no sean nada, como dice Gardel. Por lo pronto en el equipo tenemos a un Carlitos que empezó a cantar seguido.
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