Faltan 92 años para que se termine el siglo XXI. Pero lo que le pasó al plantel de Blas Armando Giunta es hasta ahora -sin dudas- la injusticia deportiva del siglo. Un verdadero campañón el de Almirante Brown en su vuelta a la Primera B Nacional, tras superar a Estudiantes de Buenos Aires en las finales de la 2006/07 de la Primera B Metropolitana. Totalizó 59 puntos, suficientes para terminar en el podio de la temporada (sólo debajo del impresionante San Martín de Tucumán y Godoy Cruz de Mendoza) y jugar una Promoción por un lugar en Primera División, sitio al que nunca llegó en sus 86 años de historia.
Sin embargo, aquella bomba de estruendo que había partido de su hinchada segundos antes de la ejecución de un penal ¡a favor!, derivó en la suspensión de la final ante el Pincha de Caseros y sentenció la suerte de su equipo. Aquella mañana de junio de 2007 en cancha de Racing, luego de que el arquero rival (Cubito Cáceres) se retirara inconsciente y se desatara el caos en la tribuna mirasol (¿se acuerdan de ese puesto de panchos que voló de la bandeja alta a la baja?), Almirante Brown ni se imaginaba que el ascenso que lograría días después sería en vano. Increible pero real. Sus propios hinchas (o al menos esos imbéciles que dicen llamarse hinchas) se convirtieron en el rival más difícil: el Tribunal de Disciplina le descontó los 18 puntos que ahora lo condenaron al descenso. Una feroz interna entre las dos facciones de la barra brava del club pudo más que el sueño por llegar a Primera.
Los gladiadores de Giunta, que jugaron como para ascender a Primera, no se merecían semejante final. Por eso vaya esta tapa de Tinta Deportiva como homenaje a un grupo de hombres que luchó contra la corriente. Y La Fragata se ahogó en el último tramo. No te vayas, campeón.
domingo, 15 de junio de 2008
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