Por Ariel Schvartzbard*
En el proceso de recuperación de ciertas lesiones, se utiliza el método de elevación del umbral del dolor. Esto es realzar la expresión mínima por la cual un estímulo se percibe como doloroso. Por ejemplo, en un esguince, mediante fisioterapia se busca lograr que la resistencia de la zona afectada sea mayor en ese trabajo de recuperar la movilidad.
A esta altura usted preguntará qué tendrá que ver esto con lo ocurrido el jueves en el Monumental. San Lorenzo, en Núñez, elevó su umbral de lo irreversible: 0-2, con dos hombres menos –con una expulsión como la de Bottinelli que estaba sindicada a contagiar nerviosismo, desesperación e impotencia- y así y todo encontró la luz al final del túnel y salió vivo, más vivo que nunca. El Ciclón ya había logrado un primer crecimiento de ese umbral de lo irreversible allá en Potosí. También 0-2, la imperiosa necesidad de ganar presente y los temibles efectos de la altura de por medio, que suelen hacer estragos en los segundos tiempos, momento en que el equipo de Ramón revivió, expuso rebeldía en una situación crítica y dio vuelta el resultado.
A partir de esta epopeya de San Lorenzo en cancha de River, nos encontramos ante la curiosidad de indagar: ¿Hasta dónde llegó el umbral de lo irreversible para los de Boedo? O, dicho de otra manera: ¿Cuán grave tiene que ser lo que esté ocurriendo dentro del campo de juego para que jugadores, cuerpo técnico e hinchas del Ciclón vean como inexorable el destino de derrota de un partido? ¿Qué tendrán que hacer los contrincantes para sentir que le están ganando a San Lorenzo y que la victoria no corre peligro?
Estos partidos son, en muchos casos, los que terminan de transformar a un equipo en el camino a la madurez para ser campeón. ¿Cuántos han mancado en el último escalón, lugar en el que encontraron su primera adversidad?
No obstante, el mismo médico que toma como método la elevación del umbral de dolor, en este caso de lo irreversible, recomienda no salir creyendo que todo escollo es sorteable. El equipo de Ramón no sólo debe pensar en el arco rival creyendo que todo aquello malo que ocurra en el propio puede ser revertido. Tampoco sea cuestión de tentar al destino. Highlander, el inmortal, no juega la Copa.
*Comenzó en 1996 como colaborador de De una con Niembro en radio La Red. Luego fue redactor del diario deportivo Olé y productor de Estilo K en TyC Sports. Actualmente es productor de Area 18, también en TyC Sports.
viernes, 9 de mayo de 2008
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3 comentarios:
Excelente nota. Con estos pibes se aprende de todo. Lo del umbral del dolor es totalmente verdad. LLevo un mes yendo al kinesiologo por un problema cervical y lo vivo totalmente.
Ni el mismo Ricardo Arias, antes de fallecer por cierta adicción a la morfina, podría haber escrito mejor.
Viva el periodismo independiente. Mis chiquitos, no le hagan caso a esa gente que dice que la página esta bancada por Clarín. Sigan adelante con todo el esfuerzo del mundo.
lo extrañana Oscar... se me caen las lagrimas cada vez que encuentro un comentario de Ud...
Sigan asi con el blog...es muy bueno.
Muy buena la nota. Como hincha prefiero que el umbral del dolor no llegue al maximo nivel.
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