El fútbol argentino se volvió un cabaret. Y no por la superpoblación de audaces y desprejuiciadas botineras que de noche conquistan a los héroes de la número cinco. Fueron los propios jugadores quienes mancharon la pelota. Pobre Diego Latorre. Recién ahora descubrimos que era un adelantado.
* El caso más reciente –quizá, también, el más grotesco- sucedió en San Lorenzo. Hasta hace horas indiscutido en tierra santa, Ramón Díaz es hoy la representación del diablo por allí. “Los referentes” (Orión, González, Romeo, Silvera y compañía) no lo respetan, no le hablan, no le hacen caso. Miran de reojo a los hijos del entrenador, le quitaron su apoyo, ni siquiera lo saludan. Sólo les faltó celebrar con pitos y matracas su decisión de abandonar el averiado barco azulgrana. Curioso: el riojano dirigirá las últimas fechas, el tramo decisivo del Clausura. ¿Qué harán los muchachos cuando les de indicaciones? ¿Dirán je, je, je?
* El Cholo Simeone bailó con la más fea en River. Lindo salvavidas le tiraron los jugadores: le pidieron que no incluyera a Ariel Ortega entre los titulares “para tener más chances de ganar el campeonato”. Lo informó la prensa. Ninguno de los futbolistas, ni el DT, hicieron el mínimo esfuerzo por desmentirlo. Es más: dicen que el Burrito ya dijo que se va apenas termine el torneo, salvo que Simeone se lleve el cuchillo entre los dientes lejos de Núñez.
* El plantel de Racing parece la academia nacional de las divisiones futboleras. Los grandes contra los chicos. Los extranjeros contra los nativos. Los que llegaron contra los que estaban de antes. Los que trajo Costas contra los que sumó Mico, que desafectó del plantel al Chanchi Estévez, y a los dos días voló del cargo. Y todos contra todos. Tiene más grupos internos que puntos en la tabla ¡Menos mal que Llop no incorporó a nadie! Ay Racing, así estás.
* Newell´s navegaba manso y tranquilo por las tenebrosas aguas del promedio. Buen puerto estaba ahí, al alcance de unos pocos porotos. Y de pronto, el cortocircuito. La pelea de dos pesos pesados, un lío gordo: el Flaco Schiavi enfrentó a Caruso Lombardi delante de sus compañeros. Lo desautorizó. “Es él o yo”, les dijo después a los misteriosos dirigentes leprosos. Venía bien el rojinegro: desde aquel momento, en cambio, sumó 1 de 12, y las olas lo devolvieron al mar embravecido de las dudas.
* Gustavo Echaniz duró menos de una semana al frente de Olimpo. Le dicen el Potro, pero lo echaron como a un perro. Su metodología de trabajo no satisfizo al plantel. Y buenas noches mucho gusto. Asumió Daniel Florit, un entrenador de la liga local. Con él en el banco, con los futbolistas laburando a gusto, Olimpo ganó 4 de 5.
* Por primera vez, una hinchada (Vélez) les gritó a sus jugadores que debían “ganar, en vez de pensar a qué boliche ir a bailar”. En su primera experiencia como entrenador, Claudio Ubeda discutió feo con Antonio Barijho, un símbolo de Huracán, y lo marginó del equipo. Caruso Lombardi y Andrés Scotti se dijeron de todo después de Newell´s 2 - Argentinos 0, y el entrenador Leproso acusó a Néstor Gorosito, DT del Bicho, de “prohibir a los jugadores que vengan a saludarme”. Diego Cagna también cruzó dardos con Caruso por su pasado en Tigre, ni faltan los que encuentran en la salida de Pedro Troglio el verdadero motivo de la levantada individual y colectiva de Independiente. Y basta, se nos pinchó la pelotita de tanto manosearla.
Si Jorge Rial pergeñara un Intrusos de la verde gramilla, el fútbol le daría más leche que Bailando por un sueño. ¿Y los códigos, señores futbolistas?
*Ex redactor de Deportes de La Razón y prosecretario de Deportes de Crónica. Actualmente es redactor jefe de la revista Paparazzi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario