lunes, 10 de mayo de 2010

La tapa de la hazaña de Argentinos: 4-3 al Rojo y único puntero a una fecha del final

Viva el fútbol. Y viva el fútbol de Argentinos, que fue a buscar la hazaña con decisión y generosidad. La misma que llamativamente le faltó a Rosario Central, que necesitaba ganar sí o sí para no quedar condenado a jugar otra Promoción, y pese a jugar con uno más durante una hora (Verón fue bien expulsado pese al pataleo pincharrata), siempre miró con buenos ojos un empate que no le servía de nada. O sí: le arruinó la fiesta a Estudiantes. En los minutos finales tuvo la victoria en la cabeza y los pies de Figueroa, pero jamás mostró la actitud de un equipo que precisaba con desesperación los tres puntos. Ni centros a la olla, ni defensores de delanteros, ni juego rápido, ni arquero yendo a cabecear en el último córner. Olor a incentivación. Y de ser así, traición a su propia gente.

Aplausos para el Bicho, que tuvo premio a su entrega. Aún tras conseguir el 3-3, que lo dejaba con vida por el empate de Estudiantes, Borghi vio grogui al Rojo y mandó al equipo por más. Por eso a los 92' apareció Caruzzo en la medialuna rival, definiendo un partido que ya entró en la historia del club.

Ay Gallego. Es verdad que no le dijiste a Piatti y Gandín que se comieran dos goles abajo del arco. Y tampoco le pediste a Mareque que rechazara hacia el medio y que sus compañeros miraran con pasividad como Caruzzo remataba al arco en el tercer minuto de descuento. Pero a veces desde el banco se bajan mensajes con los cambios. Y con el partido 3-1 y Argentinos regalado en el fondo, sacar a Leonel Núñez, de partidazo (hizo 2 goles y medio), para poner un quinto defensor en cancha como Gabriel Vallés (había ingresado como suplente en sólo 4 de 17 partidos), fue una oda al fútbol conservador. Para jugar a ser Mourinho hay que tener jugadores como los del Inter, Tolo.

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