"El próximo jueves deberá tratar de remontar el 0-1, aunque sin descuidar a Orión. Nada que sea imposible. Pero un gol en contra podrá ser letal. Ese es el precio que pagará por su planteo excesivamente especulador en Porto Alegre", se escribió en este mismo espacio hace una semana, post agónica derrota Pincha en Brasil. Y finalmente el precio que pagó Estudiantes fue caro. Muy caro.
Otro gol agónico del Inter, como en Porto Alegre, lo dejó sin bicampeonato cuando su gente ya festejaba la clasificación a semis a pura bengala. Antes, los de Sabella habían hecho todo para dar vuelta la serie antes de que promediara el primer tiempo, y conservarla sin grandes sobresaltos. Pero en el fútbol un gol no es ventaja por más Estudiantes que seas. Y el trajín de una temporada que lo tuvo a dos puntas le pasó factura, sobre todo cuando el equipo brasileño, perdido por perdido, acumuló gente en ataque y comenzó a desequilibrar por las bandas.
El final fue tan típico de Copa Libertadores como bochornoso: Desábato no se bancó el festejo exaltado de Abbondanzieri, de cara a los hinchas pincharratas, lo fue a buscar y entre qué te pasa y agarrame que lo mato, apareció de atrás Lauro, arquero suplente del Inter, intentó golpear al Chavo y se produjo la hecatombe, la debacle total. El defensor Pincha se sacó, y entre corridas le tiró un cabezazo desde atrás al Pato, pero el herido fue él: le dio tan duro que se provocó un corte debajo de la ceja derecha. Papelón de un campeón que hasta el pitazo final luchó con dignidad. La misma que le faltó para ser grande en la derrota.
viernes, 21 de mayo de 2010
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