Pasó lo que tenía que pasar. Más temprano que tarde, Ariel Ortega volvió a derrapar en su lucha contra la adicción al alcohol, y este nuevo faltazo al entrenamiento fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de Diego Simeone. El DT pasó de ratificarle la capitanía a pedirle a los dirigentes que le den el visto bueno para apartarlo de un plantel que ya no tolera su falta de profesionalismo.
En varios medios se escuchó la trillada frase de que "Ortega está pidiendo ayuda". No coincido. Un hombre que cae tan fácilmente en la tentación de ir a un boliche de moda como es Esperanto, acompañado por los típicos amigos del campeón, y quedarse hasta las 6.30am acodado en la barra, sabiendo que a las 10 lo esperaban en el predio de Ezeiza, no pide ayuda. Y cuando el enfermo no quiere asistencia, no hay médico que lo cure.
La decisión del Cholo es la correcta. Tardía, porque la debería haber tomado tras el "vigilante y mala leche" que le propinó el Burrito post recaída previa a Banfield. Aquella vez decidió pactar con José María Aguilar y mirar para otro lado. Esta vez dijo basta. Quizás sólo así Ariel entienda que ser ídolo de River no le da inmunidad de superhéroe, y decida de una vez por todas comenzar un tratamiento en serio. Tan serio como su enfermedad. Su salud se lo agradecería. Como dice la tapa de Tinta Deportiva, ojalá sea la última curda.
La decisión del Cholo es la correcta. Tardía, porque la debería haber tomado tras el "vigilante y mala leche" que le propinó el Burrito post recaída previa a Banfield. Aquella vez decidió pactar con José María Aguilar y mirar para otro lado. Esta vez dijo basta. Quizás sólo así Ariel entienda que ser ídolo de River no le da inmunidad de superhéroe, y decida de una vez por todas comenzar un tratamiento en serio. Tan serio como su enfermedad. Su salud se lo agradecería. Como dice la tapa de Tinta Deportiva, ojalá sea la última curda.
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