lunes, 27 de septiembre de 2010

La tapa del insólito empate de River, la segunda victoria argentina en el Mundial de vóley y el título de Chela en Bucarest

"¡Pompeeei!", gritó una vez, desesperado, Carlos Bilardo, en pleno superclásico, molesto por el juego del volante, al que tenía... sentado en el banco desde hacía 10 minutos. "¡Pompeeei!", bramó anoche Angel Cappa contra el árbitro, antes y después de que su River dejara escapar dos puntos de esos que duelen como tres. El problema es que, como le pasó al Doctor, el receptor de esos gritos no tuvo mucho que ver con el insólito 1-1 que debió ser 3 ó 4-0.

"¡Funes Moriiii!", debió haber gritado el sanguíneo DT millonario. Allí está la gran explicación de por qué su equipo no liquidó a un rival que estaba para la goleada. Porque esta vez River, sin ser un canto al fútbol, generó las situaciones que se condicen con su gen y el de su entrenador (sobre todo con Ortega en cancha), pero falló en la definición. Por eso dejó con vida al Cervecero, que en tiempo de descuento tiró un pleno al área y le cantaron negro el 20, ante la pasividad de una defensa que nunca le puso marca a Caneo y un arquero que nunca se hizo cargo de una pelota que viajó desde 35 metros al área chica.

¿Pompei? Está fuera de estado, sí. Saca partidos, sí. Es de los árbitros más flojos, sí. Pero anoche acertó en no dar penal en las tres jugadas polémicas que reclamó tres cuartas partes del estadio. Su error, grosero por cierto, fue no haberle otorgado la ley de la ventaja a Mauro Díaz, que se iba derecho al arco de Trípodi, para amonestar a J. J. Morales. Poco como para culparlo del 1-1, ¿no, don Angel?

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