Mismo esquema táctica (3-4-1-2). Distinto plan. San Lorenzo no fue a la Bombonera a sacarle la pelota a Boca. Fue a cerrarle los caminos, que es distinto. ¿Cauteloso? Sí. ¿Austero? Más bien precavido. Rivero y Benítez se dedicaron a frustrar las subidas de Giménez y Clemente Rodríguez. Leonardo López y Guillermo Pereyra siguieron de cerca a Pochi Chávez, que careció de astucia para buscarse espacios. Entonces los de Borghi no tuvieron ni fútbol por las bandas ni desequilibrio por el centro. Conclusión: se cansaron de tirar pelotazos para Palermo (que ya no gana las dividas como antes) y Viatri, y le sacaron chichones a Tula y Botinelli. Todo muy previsible. Y a río revuelto, ganancia de Ramón Díaz.
Cuando San Lorenzo tuvo la pelota, trianguló con los tres de arriba, pero sin herir al rival por abajo como sí lo hizo por arriba en cada pelota parada. El primer tiempo se fue en amagues. Y se fue Medel, siempre un cambio más arriba del límite permitido, correctamente castigado por un árbitro (Pitana) que pasó del castrillismo al lamolinismo sin escalas.
En el segundo tiempo, Boca merodeó el 1-0 en el cabezazo al travesaño de Viatri, pero quedó 0-1 por el cabezazo de Balsas, el alto al pelo que tiene San Lorenzo. A partir de ahí, el local asumió la desventaja y -pese al hombre de menos- fue con vergüenza y actitud, pero sin fútbol, la gran deuda de los 5 partidos que lleva el ciclo de Borghi. El ingreso de Mouche le dio desborde sin efectividad, en ese intento del último DT campeón por sumar gente en ataque. Así las cosas, el Ciclón explotó la contra, una de las especialidades de la casa. En una de esas excursiones al arco de Luchetti, después de que Caruzzo se quedara con el gooouh en la boca, llegó el 2-0 por la exquisita definición de Menseguez.
El gol de Palermo (que esbozó un tímido festejo, inoportuno por el momento) redondeó un resultado que San Lorenzo construyó en el mediocampo. Tres puntos para Boedo. Y punto para Ramón.
Cuando San Lorenzo tuvo la pelota, trianguló con los tres de arriba, pero sin herir al rival por abajo como sí lo hizo por arriba en cada pelota parada. El primer tiempo se fue en amagues. Y se fue Medel, siempre un cambio más arriba del límite permitido, correctamente castigado por un árbitro (Pitana) que pasó del castrillismo al lamolinismo sin escalas.
En el segundo tiempo, Boca merodeó el 1-0 en el cabezazo al travesaño de Viatri, pero quedó 0-1 por el cabezazo de Balsas, el alto al pelo que tiene San Lorenzo. A partir de ahí, el local asumió la desventaja y -pese al hombre de menos- fue con vergüenza y actitud, pero sin fútbol, la gran deuda de los 5 partidos que lleva el ciclo de Borghi. El ingreso de Mouche le dio desborde sin efectividad, en ese intento del último DT campeón por sumar gente en ataque. Así las cosas, el Ciclón explotó la contra, una de las especialidades de la casa. En una de esas excursiones al arco de Luchetti, después de que Caruzzo se quedara con el gooouh en la boca, llegó el 2-0 por la exquisita definición de Menseguez.
El gol de Palermo (que esbozó un tímido festejo, inoportuno por el momento) redondeó un resultado que San Lorenzo construyó en el mediocampo. Tres puntos para Boedo. Y punto para Ramón.
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