Ya es parte de su naturaleza. Racing y sufrimiento van de la mano. Ayer se asistió a otro capítulo de un club que vive sobreviviendo, desde que el 4 de marzo de 1999 la síndico Liliana Ripoll anunció que había dejado de existir. Su gente cantando hasta la afonía, los jugadores chocando contra su propia realidad, un rival que nunca pasó del papel de partenaire, y un gol a 10 minutos del final, para escaparle al menos por unos días a la ya conocida Promoción. Un desahogo. Un grito tan interminable como el provocado por el gol del colombiano Bedoya a River, la tarde que la Academia comenzó a sentirse campeón después de 35 años. Así es Racing, hermano, se escuchó en platea y popular. Un sentimiento. Y un sufrimiento.
domingo, 28 de marzo de 2010
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