Vale por la levantada (peor no se podía jugar). Vale por el rival. Vale por el lugar. Vale porque la defensa ganó en firmeza con la incorporación (tardía) de Samuel. Vale porque Higuaín volvió a mojar (resolvió como crack). Vale porque Jonás transpiró la banda y le dio sentido a aquella frase de Maradona ("Messi, Maschero, Jonás y ocho más"). Vale porque Di María está intratable. Vale porque Verón fue el eje que necesita este equipo (no le pidan esa tarea a Messi). Vale porque la Selección recuperó algo del respeto perdido en estos últimos años.
¿Falta juego? Mucho. ¿Falta desequilibrio en ataque? También. ¿Falta que Messi sea Messi? Hace rato. ¿Estamos a tiempo de mejorar? Por supuesto. Faltan 98 días para el Mundial. Y un mes (clave) de convivencia previa. Hasta ayer no había motivos para ilusionarse más allá del peso específico de los nombres propios. Pero lo demostrado en Munich ante un rival con el que se podría chocar en cuartos de final, invita a soñar con llegar al 11 de junio con más razones para pensar en que es posible traer la Copa a casa por tercera vez. Al fin y al cabo, soñar no cuesta nada.
jueves, 4 de marzo de 2010
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