El hombre estaba convencido de que esa punta brillante en el horizonte era un iceberg. Entonces corrió hacia la cabina del capitán del barco: "Hay que girar 90 grados el timonel", exigió. "No es el momento", le advirtieron. Y se volvió cabizbajo a la proa. Habrá que ver si los violinistas siguen tocando después del domingo.
miércoles, 17 de marzo de 2010
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