
La impactante crónica de Gustavo Grabia, una de las tantas que acostumbra narrar el periodista de Olé (autor del libro "La Doce, la verdadera historia de la barra brava de Boca"), no debería quedar reducida a una página 8 de diario. Pero en la Argentina, parece, ya estamos curados de espanto. Y eso es más peligroso que convivir con barras, como alguna vez lo demostraron públicamente Riquelme (fue a un supuesto evento benéfico de la barra en Luján) y Palermo (en la foto, festeja un gol haciendo un gesto tumbero, que pareció dirigido al Rafa Di Zeo, preso).
"¿Quién falta en esta reunión? ¿A ver? Palermo. ¿Saben por qué? Porque es el único que entiende lo que está pasando. Así que pónganse las pilas y déjense de joder de una buena vez. Nosotros estamos pagando 40 paquetes para el Mundial y eso cuesta guita. Por ahora no les pedimos nada, pero lo que no ganamos por culpa de ustedes, si siguen así, la van a tener que poner de sus bolsillos. Hasta ahora paramos el quilombo, los gritos, los insultos, todo. Van anteúltimos y se los trata como si estuvieran peleando arriba. Bueno, eso se terminó. ¿Entendieron, no?".
Cada frase eriza la piel. Indigna. Y cada línea escrita por Grabia llena de orgullo, dignifica al periodismo deportivo argentino, tantas veces bastardeado. La nota, publicada el viernes 19 en el diario Olé, fue ratificada al día siguiente, como respuesta a una desmentida judicial que envió Horacio Rivero, abogado de Mauro Martín, capo de la barra de Boca. "Mi cliente no tiene que ver con las denuncias mendaces y maliciosas que publicitaron", indicó. "Olé ratifica la información dada por varias fuentes del plantel y de la dirigencia", contestó el periodista. Que conste en actas.
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