viernes, 11 de julio de 2008

La cinta elástica

La Real Academia Española dice que ídolo es una "persona o cosa amada o admirada con exaltación". Seguramente la "exaltación", para los parámetros de Diego Simeone, incluya "perdonar todo". Esa es la única explicación que se le podría encontrar a la decisión del técnico de River de ratificar a Ariel Ortega como capitán del equipo, a dos semanas de las insultantes declaraciones del jujeño, cuando trató al Cholo de "vigilante" y "mala leche" por haberlo bajado del partido con Banfield, luego de una nueva recaída del Burrito en su lucha contra la adicción al alcohol, que terminó con el jugador abandonando la concentración abruptamente, a las puteadas, que incluso les dedicó a algunos de sus compañeros.

¿Gesto de grandeza de Simeone? Ese gesto debería ser del propio Ortega, que jamás ofreció disculpas públicas por su exabrupto -y aparentemente tampoco las hizo en privado- y hasta coqueteó con la dicotomía: "es él o yo". ¿Segunda oportunidad? No hace falta ir al archivo para recordar que Ortega ya incurrió en reiterados faltazos a entrenamientos, y que el resto del plantel no tolera su carencia de profesionalismo, al preferir seguir con su problema a cuestas en vez de plantearse un serio tratamiento (durante 2007 estuvo un mes internado en una clínica chilena).

La decisión de Simeone huele a Pacto de Olivo (porque a fin de año, Simeone u Ortega se tomarían el olivo). Y así José María Aguilar, el gestor de este acuerdo por conveniencia, se aseguró seis meses más del DT que le dio un título a River tras cuatro años de sequía, y calma a la popular que pide inmunidad para Orteeega. ¿Pero era necesaria la ratificación de la capitanía para el ídolo? Una cinta que se debería ganar en base a profesionalismo, ejemplo y liderazgo del plantel, tres cualidades que hoy brillan por su ausencia en la foja de servicios del Burrito.

Demasiado premio para una conducta que mereció un castigo. Porque nadie duda de que hay que ayudar a Ortega en la lucha contra su enfermedad. ¿Pero no alcanzaba con admitirlo en el plantel después de su incontinencia verbal? Porque gesto de grandeza de Simeone hubo desde el mismo momento en que no se hizo cargo de esa dicotomía planteada por Ortega, que podría haber dejado la definición en manos del presidente del club. A propósito, llegado el caso, ¿qué habría preferido el hincha? ¿Idolo histórico o DT campeón con proyección de más títulos? El resultado sorprendería a más de uno. Incluso al propio capitán de River.

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