
Podrá faltar
Manu. Podrán sacarnos al
Chapu. Pero la que nunca va a faltar a cada cita de la Generación Dorada del
básquet es la mística. Entonces habrá un
Delfino dispuesto a meter 27 puntos y tomar 8 rebotes. Un
Scola capaz de colaborar con 20 porotos y ser casi infalible desde la línea de libres (12 de 14). Un
Oberto con el
overol siempre puesto (11 puntos y 6 rebotes). Un
Prigioni clave para darle volumen de juego al equipo cuando más lo necesitaba (5 asistencias y 2 robos). Y una
yapa. Porque esta Selección siempre tiene una
yapa. En este caso, aportada por Luis
Cequeira. Pese a ser uno de los más
bajitos del Mundial (1,80 metros, misma altura que el
iraní Mahdi Kamrani), se las rebuscó para ensuciar cada
posesión alemana, para robar una pelota clave y para contagiar a sus compañeros. La mística está viva. Y no hay
NBA que la pueda comprar.
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